La costa de Peñíscola y especialmente la sierra de Irta, posee un gran patrimonio de aguas subterráneas que emergen junto a la torre Badum, en el tómbolo, en la playa del ruso y bajo la superficie marina. Estas surgencias llegan hasta las costas de Alcocebre.
Estas aguas son las que abastececen desde hace siglos a la población de Peñíscola y actualmente este patrimonio lo gestiona la empresa Facsa, teniendo la población de este lugar una extraordinaria agua pura, fresca y natural.
El origen de estas aguas hay que buscarlo en un acuífero muy extenso surgido del Jurásico, con casi 2.400 kilómetros cuadrados de superficie y que carece prácticamente de descargas naturales en forma de manantial, al menos en tierra firme. Bajo el agua, la situación cambia radicalmente.
Algunos estudios cifran en 535 hm3 la infiltración natural en este acuífero, que recibe además otros 60 de los acuíferos de Javalambre y Mosqueruela.
En tierra, muy pocos sondeos, pese a su profundidad, han logrado capturar las formaciones geológicas saturadas. Perforar aquí es casi como jugar a la loto y además es carísimo.
A una distancia de la costa de 15 kilómetros, en el Valle de Benlloch-Canet Lo Roig, la profundidad mínima del nivel saturado está entre 350 -400 metros. A partir de Tirig la profundidad se sitúa en 500 metros…, lo que convierte en una aventura ruinosa «pinchar» a ver qué pasa. Un gran patrimonio del Maestrazgo, una riqueza virgen para todos.
Hay descargas «visibles» en los manantiales de la playa Les Fonts de Alcossebre, Badum, murallas de Peñiscola, el Prat y de otras «invisibles» y de mayor cuantía por todo el litoral.
Para visualizar estas aguas la mas gráfica de las medidas es el sistema basado en un sensor térmico de infrarrojos que distingue las temperaturas del agua. El agua subterránea dulce surge a una temperatura más o menos estable todo el año —18 grados centígrados— que en verano, especialmente, contrasta con la del agua salada, mucho más cálida (25º de media).
De estas aguas que circulan por el subsuelo sin cesar desde hace miles de años, aparecen en el tómbolo de Peñíscola con unas importantes surgencias de agua en varios tramos de la gran roca.
Una de ellas está en la parte norte, en el más antiguo atracadero de Peñíscola, junto a un antiguo aljibe donde los barcos se abastecían de agua, justo al lado de la llamada porteta, donde se descargaban y cargaban todos los productos para su entrada o salida en Peñiscola, la porteta funcionaba como una antigua aduana.
El gran manantial. llamado Font de Dins esta junto a un tramo de la muralla medieval que data de los siglos XIV y XV.
La Font de la Petxina, es una fuente ornamental, construida durante la segunda mitad del siglo XVI por orden de Felipe II. Desde el día de su creación, ha servido para llevar el agua del río de vuelta al mar.
Falta foto!!!!
La fuente alimentaba un gran lavadero de piedras que se usaba por los habitantes de Peñiscola para el aseo de sus ropas y el agua continuaba por unos túneles bajo la muralla para surgir por varios puntos al exterior de las murallas.
Recordemos que en esta zona al muralla tocaba el mar y los barcos atracaban y se abastecían de agua directamente.
Un manantial que surge de las rocas de la parte sur del tómbolo de Peñíscola y que han sido utilizado como abastecimiento de la ciudad y como garantía de supervivencia de la población en el interior de las murallas árabes, medievales o renacentistas que todavía se conservan en muy aceptable estado.
Veamos el plano de todo el nacimiento y fuentes.
En el interior del tramo amurallado próximo a la gran fuente, existen unas obras de conducción de agua muy interesantes.
Los puntos de salida de esta agua al exterior son la font de la petxina y la font de dins, en las que actualmente todavía hoy mana gran cantidad de agua que es la sobrante del uso del agua potable de consumo que gestiona la empresa Facsa para el pueblo de Peñíscola.
En Peñíscola hasta el agua tiene mucha historia.