La villa de Traiguera está orientada hacia el sur aprovechando la suave pendiente del montículo donde se asienta. Las calles y plazas aprovechan la inclinación del terreno, cortado bruscamente en su lado norte por un espolón donde se conservan restos de lienzos de muralla medieval y un portal que cierra el recinto amurallado (siglos XIII-XIV).
Traiguera contaba con este primer recinto amurallado medieval. Se conocen distintas órdenes de los maestres de Montesa, Fr. Pedro de Thous y Fr. Berenguer March en 1371, 1374 y 1375 y Fr. Romeu de Corbera en 1411, donde se especificaba el interés para reforzar las murallas y alzar los muros de la villa unos seis palmos más y unos ocho de grosor sobre los muros preexistentes.
Posteriormente con objeto de proceder a la nueva fortificación de la frontera del Reino de Valencia con Cataluña, a partir de 1640, el rey solicitó a las villas y ciudades de todo el reino una contribución general para sufragar un nuevo recinto amurallado abaluartado para Traiguera
Traiguera en el siglo VI-I, a.C., era una pequeña ciudad íbera de la Ilercavonia, de donde según cuenta la leyenda surgió el mítico Caudillo Mandomio, conocido más tarde como el “Viriato del Maestrazgo”, llamado así por haber reunido a las tribus ilercavonas contra el general romano Escipión.
Acabada la resistencia, la villa se integró en el proceso de romanización de estas tierras y experimentó cierto auge, debido a su proximidad a la Vía Augusta. Se conserva de este periodo un “Dionisio” en bronce, restos de cerámica y algunos yacimientos sin explotar.
En el siglo XIII, Jaime I conquistó estas tierras dominadas por los musulmanes, pasando a depender primero de la orden de los Hospitalarios y luego de la de Montesa (siglo XIV).
Las tres convocatorias a Cortes del Reino de Valencia (1411, 1421 y 1429) reflejan la importancia de la villa, reforzada por el despegue económico del siglo XVI, basado en la agricultura y el comercio.
La villa participó en importantes acontecimientos de ámbito nacional: guerra de Sucesión (siglo XVIII), contra la invasión francesa y en las tres guerras carlistas del siglo XIX. En octubre de 1648, tras la toma de Tortosa por los franceses, el Barón Seebach aseguraba al Conde de Oropesa que 2000 hombres de a pie y 1000 a caballo al mando del Barón de Marssi se habían preparado para atacar Vinaroz.
De esta manera, Seebach organizaba la defensa de la frontera valenciana con Cataluña, desde San Mateo, capital del Maestrazgo de la Orden de Montesa.
En 1649 se esperaba el golpe y el virrey de Valencia ordenaba un abastecimiento urgente de todas las plazas del límite septentrional valenciano. A propuesta del Marqués de Leganés se levantaron fortificaciones en las plazas de la frontera de Valencia con Cataluña desde Morella hasta Benicarló y Peñíscola pasando por Traiguera.
La población de Traiguera se encuentra en la provincia de Castellón, en la comarca del Bajo Maestrazgo.
Traiguera contaba con un primer recinto amurallado medieval. Se conocen distintas órdenes de los maestres de Montesa, Fr. Pedro de Thous y Fr. Berenguer March en 1371, 1374 y 1375 y Fr. Romeu de Corbera en 1411, donde se especificaba el interés para reforzar las murallas y alzar los muros de la villa unos seis palmos más y unos ocho de grosor sobre los muros preexistentes.
Posteriormente con objeto de proceder a la nueva fortificación de la frontera del Reino de Valencia con Cataluña, a partir de 1640, el rey solicitó a las villas y ciudades de todo el reino una contribución general para sufragar un nuevo recinto amurallado abaluartado para Traiguera.
Fue al ingeniero Isasi a quien se le ordenó las tareas de fortificación de esta villa. En el archivo de Simancas se encuentran planos de esta fortificación.
En uno de los planos puede observarse el trazado de la muralla medieval con sus ocho torres. Dos de ellas flanqueando la entrada en la parte de poniente. Para la nueva fortaleza solo se aprovecharon dos tramos del viejo recinto amurallado. La nueva fortificación que pretendía construirse era un infranqueable conjunto amurallado con un total de nueve baluartes, cinco de ellos en el polígono interior y cuatro aislados en el exterior.
Con apariencia de estrella rodearía completamente la población de Traiguera. Del reconocimiento de los restos conservados es que la traza inicial del capitán Alexandre (1640) fue modificada casi completamente siguiendo el parecer del maestre de campo don Ventura de Tarragona y del ingeniero Francisco de Isasi.
En algo más de un año se levantaron completamente cuatro bastiones, los correspondientes a los lados norte y oriental de la fortaleza, aquellos que, en caso de invasión, primero recibirían la ofensiva. La conservación del bastión nororiental permite deducir que la solución finalmente se decantó del lado del maestre de campo Tarragona, cuya delineación de este baluarte en el plano se corresponde con los restos conservados. Se conserva restos de ambos recintos amurallados. (C.Pérez-Olagüe)
Hasta el siglo XVII los monarcas españoles contrataban ingenieros italianos, los mejores en la materia, para diseñar fortificaciones o mejorar las existentes. Pero a partir de entonces la situación cambió; sus finanzas habían mermado y los mejores expertos -ahora, franceses y holandeses- eran súbditos de los reyes enemigos.
El problema se agudizó en 1635, con motivo de la guerra de los Treinta Años entre España y Francia, momento en que Felipe IV trató de reforzar las plazas fronterizas del País Vasco.
Entonces, ordenó reforzar la fortificación de Hondarribia a Isasi, asunto un tanto significativo, toda vez que también fue él quien, en 1638, hubo de actuar como sacerdote e ingeniero militar, tras quedar sitiada la villa.
Sus actuaciones en defensa de la plaza abundan en las crónicas históricas.
Ahora bien, tal intervención no fue tan trascendental como podía leerse, sino más bien necesaria, en su condición de único ingeniero en la plaza, participando en tareas de planificación de fortificaciones y diseño de contraminas, en tanto que no intervenía -por ser religioso- en los enfrentamientos armados.
A partir de 1640, su rastro prácticamente se desvanece. Según parece, en 1646 estuvo en Eibar, en donde se le encomendó trazar los planos de las capillas y torre de la parroquia de San Andrés, aunque su ejecución se confió a Juan de Ansola.
Tres años después, su nombre figura de nuevo en el Colegio Imperial; entonces, como antes, fue enviado por el rey a fortificar las fronteras de Valencia, muriendo en San Mateo, al parecer, «arruinado por una de las fortificaciones que fabricaba en San Mateo»-
Este Ingeniero es el que diseño las murallas de Traiguera.